Mundos Internos, Mundos Externos – Parte 4 – “Más allá del Pensamiento”

La vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad. Vivimos nuestras vidas buscando la felicidad “mas allá del pensamiento” como si fuera una mercancía. Nos hemos convertido en esclavos de nuestros propios deseos y anhelos. La felicidad no es algo que pueda ser perseguido o comprado como un traje barato. Esto es Maya, ilusión, el juego interminable de la forma.

En la tradición budista, Samsara, o el ciclo interminable del sufrimiento se perpetúa por el deseo de placer y la aversión al dolor. Freud se refirió a esto como el “principio del placer.” Todo lo que hacemos, es un intento de crear placer, para obtener algo que deseamos o para evitar algo que no es deseable, que no queremos. Incluso un organismo simple como el paramecio hace esto. Esto se llama respuesta al estímulo. A diferencia de un paramecio, los humanos tenemos más posibilidades de elección. Somos libres para pensar, y ahí radica el problema. Es pensar en lo que deseamos lo que se ha salido de control. El dilema de la sociedad moderna es que tratamos de entender el mundo no en términos de conciencia interna arcaica, sino cuantificando y calificando lo que percibimos como el mundo externo, a través de medios científicos y mentales.

Pensar solo ha llevado a pensar más, y a formular más preguntas. Anhelamos conocer el secreto que crea el mundo y orienta su camino. Pero consideramos esta esencia como si estuviera fuera de nosotros. No como una cosa viviente e inherente a nuestra propia naturaleza. Fue el famoso psiquiatra Carl Jung quien dijo: “ Aquel que mira hacia fuera, sueña, aquel que mira hacia adentro, despierta.” No tiene nada de malo desear estar despierto, ser feliz. Lo que está mal es buscar la felicidad fuera cuando solo se puede encontrar en nuestro interior, mas allá del pensamiento.

El 4 de agosto de 2010, en la conferencia Techonomy en Lake Tahoe, California, Eric Schmidt, director ejecutivo de Google, mencionó una estadística asombrosa. Cada dos días, creamos la misma cantidad de información que hemos creado desde los albores de la civilización hasta el año 2003, dijo Schmidt. Es algo así como 5 exabytes de datos. Nunca en la historia de la humanidad, hemos usado tanto la mente y nunca había habido tanta confusión en el planeta. ¿Podría ser que cada vez que pensamos en una solución a un problema, creamos dos problemas más? ¿De qué sirve pensar tanto si no conduce a una mayor felicidad? ¿Somos más felices? ¿Más ecuánimes? ¿Más alegres como resultado de tanto pensar? ¿O quizá nos aísla, nos desconecta de una experiencia más profunda y más significativa de la vida? Pensar, actuar y hacer deben estar en equilibrio con el ser, después de todo, somos seres humanos, no actos humanos.