Cómo realizar la autoindagación

Los retiros intensivos de autoindagación en el Centro Samadhi son una forma rigurosa de sadhana o práctica espiritual, diseñados para crear condiciones de “no escape” para la mente egocéntrica, provocando así la posibilidad del samadhi y del despertar a tu verdadera naturaleza.

La autoindagación puede hacerse individualmente, y cuando se hace solo, es meditación. También puede hacerse con un compañero, en lo que llamamos diadas, o con un grupo donde todo el grupo está enfocado en una persona que está realizando la indagación.

La técnica principal que se utiliza durante el retiro de autoindagación es la diada. El formato del retiro implica trabajar desde temprano en la mañana, a partir de las 6 a. m., hasta las 11 p. m. Los participantes son alentados a entrar en un período de práctica continua, investigando continuamente quiénes somos.

Durante este período, todas las distracciones se dejan de lado. No hay dispositivos, teléfonos, libros ni nada con lo que la mente condicionada pueda involucrarse. Durante los descansos o al comer, uno continúa indagando. Esta práctica continua crea una fuerte presión interior o energía interna.

La energía se desvía de los antiguos patrones condicionados y comienza a acumularse. Una especie de alquimia empieza a suceder. El despertar es un acontecimiento energético. Hay un giro desde el “yo” condicionado, la sensación de ser este personaje, hacia el verdadero Ser, hacia el “yo” ilimitado.

El retiro de autoindagación es la vía más directa para provocar el despertar que conozco. Por despertar me refiero a realizar el verdadero Ser más allá del nombre y de la forma. En Zen esto se llama kensho; la palabra kensho significa “ver la esencia”. En el budismo Mahayana se llama prajna paramita, la sabiduría suprema, la sabiduría absoluta de nuestra verdadera naturaleza.

En las tradiciones occidentales, los términos gnosis o apofatismo se refieren a la realización de nuestra verdadera o divina naturaleza.

Durante este período, apartamos la atención de los pensamientos y de las sensaciones, del mundo exterior de las formas, y la dirigimos hacia el Ser, continuamente. Si hacemos esta práctica de forma continua, eventualmente despertaremos de la identificación con el falso yo a nuestra verdadera naturaleza.

Es extremadamente simple, pero no es fácil, porque la estructura del ego, compuesta de samskaras o patrones condicionados, generará obstáculos, igual que sucede en la meditación. El remolino de la mente puede generar pensamientos; podemos experimentar preferencias egocéntricas. La mente puede enfocarse en la comodidad o la incomodidad; puede volverse cansada, confundida o desorientada; puede encontrar todo el proceso intolerable y querer rendirse. Tiene que rendirse.

El “yo” condicionado puede pensar que ya está despierto. Debemos tener una mente condicionada humilde. Se dice que uno debe desear el despertar como una persona con el cabello en llamas desea un estanque donde sumergirse.

Debemos proceder con mente de principiante, una mente que no sabe, una mente humilde, una mente abierta, viva, como un espejo.

Para este proceso entramos en la nube del no saber; soltamos el control y nos conectamos con un sentido de curiosidad e investigación. Durante este proceso permanecemos ecuánimes ante todo lo que surja en la mente y los sentidos, teniendo una experiencia completa de todo lo que ocurre en el momento presente.

Observamos todo lo que surge, sin rechazar nada y, sin embargo, sin identificarnos con nada. Llegamos al verdadero Ser al darnos cuenta de todo lo que no somos. Hacemos conscientes los patrones inconscientes que están en juego dentro de la estructura del yo.

Cuando indagamos quiénes somos, primero todo lo que pertenece al falso yo saldrá a la superficie: todos nuestros pensamientos, bloqueos, emociones reprimidas, impresiones y samskaras que forman parte de nuestra estructura comenzarán a emerger.

Al no reaccionar y tener una experiencia completa, comienza a producirse una purificación dentro de la estructura del yo. Esta práctica, que conduce al samadhi, consiste en cultivar una concentración de un solo punto. Te vuelves continuamente presente, observando lo que es, permitiendo lo que es, volviéndote cada vez más consciente de los aspectos más sutiles de lo que es.

Ganas claridad sensorial, permitiendo que la mente esté abierta y receptiva, sin analizar.

Cuando la autoindagación se hace con un compañero, puede ser particularmente poderosa. No se puede divagar en la mente: eres responsable. Es como meditar con un compañero; tienes que estar presente porque estás siendo observado, estás mirando a los ojos de otra persona, no puedes distraerte.

En estos retiros comenzamos la autoindagación en el estado de vigilia, pero la práctica puede extenderse a los estados de sueño e incluso de sueño profundo.

Aquí voy a describir la técnica de la diada. En esta práctica, una persona es el testigo y la otra se involucra en una profunda investigación interior, indagando su verdadera naturaleza. Primero, decide quién será el testigo y quién comenzará haciendo la indagación. Alternarán los roles durante todo el día.

Si estás haciendo esto con un grupo grande, cambiarás de compañero aproximadamente cada cuarenta minutos. Siéntate frente a tu compañero, mirándolo a los ojos. Mantén el contacto visual en silencio.

Como ejercicio introductorio, simplemente mírense a los ojos durante unos tres o cuatro minutos. Permítete ver a este ser frente a ti. Permítete ser visto.

El testigo se conectará con su intención de saber quién es este ser que tiene enfrente. El testigo dirá a su compañero: “Dime quién eres”.

El imperativo debe venir de un lugar de sincero deseo de saber.

Para quien hace la indagación, simplemente permítete estar abierto a recibir el imperativo. Indaga quién eres con seriedad, sinceridad y profundidad. Observa cómo el imperativo se posa dentro de la estructura de tu ser.

Puede haber un impulso de cerrar los ojos, o los ojos pueden permanecer abiertos; simplemente deja que se asiente en la parte más profunda de tu ser.

Tómate un momento, o varios momentos, para observar la mente, el cuerpo, la energía —cualquier fenómeno que surja dentro de tu estructura interna—.

Luego simplemente comunica a tu compañero lo que ha surgido como resultado de hacer esta indagación. ¿Qué está ocurriendo en el momento presente? ¿Qué es lo más real que está sucediendo ahora?

Si hay pensamientos o dudas, o si hay una sensación de que no está ocurriendo nada, simplemente observa lo más real de este momento. Conéctate con tu “yo soy”. Indaga quién eres siendo consciente de este “yo soy”, el sentido de existencia.

No pienses que hay una respuesta correcta o incorrecta; no estamos buscando una respuesta a nivel de la mente. No pienses que debes agradar a alguien con tu respuesta. Sé libre, espontáneo, no busques una respuesta; sé libre en el no saber.

Viene a la mente un pasaje de la Biblia: “Si no os hacéis como niños pequeños, no entraréis en el Reino de los Cielos”, dijo Jesús. Había un sentido del “yo” que tenías cuando eras un niño, la sensación de ser tú, el tú no condicionado. Estaba ahí cuando eras adolescente, y está ahí en cada momento de tu vida.

Siente ahora esa sensación del “yo”, esa sensación del “yo soy”. ¿Qué es esa sensación del “yo soy”? No tiene cualidad, no cambia. El cuerpo cambia, la mente cambia, los fenómenos de la vida cambian, las sensaciones cambian, pero esa sensación del “yo soy” no cambia. No tiene ubicación.

“Dime quién eres” no es una pregunta, es un imperativo. Una trampa en la que las personas caen es confundirlo con una pregunta. No se trata de obtener la respuesta correcta con palabras; se trata de saber quién responde.

La práctica consiste en comunicar cualquier fenómeno que surja dentro de la estructura del yo a tu compañero, explicándolo con la mayor claridad y sinceridad posible.

Hay algunas reglas en este juego. No te refieras a tu compañero como “tú” y no hagas referencia a nada que tu compañero haya dicho en una diada anterior. Puedes comenzar con lo que es obvio, pero no te pierdas lo sutil. Entra en el sentimiento, en la capa sensorial, en el campo somático.

Si surge una emoción, ¿dónde vive en el cuerpo? ¿Cómo se mueve? ¿Cómo cambia con el tiempo? Si hay tristeza o ira, ¿cómo se sienten? Observa cualquier contracción energética, cualquier tensión o resistencia dentro del cuerpo, teniendo una experiencia completa de todo lo que surge en el momento presente.

Durante este proceso, el testigo sostiene el contenedor del silencio —observando sin reacción, sin alentar ni desalentar—. El testigo mantiene un rostro neutral y suelta cualquier lenguaje corporal.

Cuando estás en el rol de testigo, desapareces: solo existe tu compañero. Asegúrate de comprender lo que tu compañero está diciendo, sigue su expresión. No te desconectes ni te pierdas en la mirada.

Si algo no entiendes, puedes decir: “Acláralo”. Esta es la única frase que el testigo puede decir.

Como testigo, puedes sentir lo que la otra persona siente. Incluso pueden sincronizar las respiraciones y los movimientos. Esto sucede espontáneamente; no tienes que intentar hacer nada.

Es posible que el testigo entre en un estado de samadhi donde no hay separación del que está siendo observado. No simpatices con el compañero, no participes en su drama. Sé totalmente neutral.

Esta neutralidad permite que la expresión se despliegue libremente. Eres un espejo. Un espejo no tiene opinión, juicio ni preferencia.

Durante el retiro, los facilitadores se acercarán y usarán diversas herramientas e intuición para orientar a los participantes más allá de la mente condicionada, hacia una experiencia directa de su verdadera naturaleza.

El facilitador de la diada puede venir y observar, y puede hacerte preguntas. Si esto sucede, mantente conectado con los ojos de tu compañero; no te vuelvas a mirar al facilitador. Simplemente responde la pregunta, pero mantén la conexión con tu compañero.

Permanece despierto en el no saber. La conciencia primordial es inseparable de la quietud y la presencia. Es una quietud y presencia más allá del movimiento y la inmovilidad de la mente limitada.

Está más cerca que el “tú” que crees ser. No trates de fabricar una respuesta con la mente ni filosofes sobre quién eres. Deja que los pensamientos y experiencias surjan, obsérvalos y comunícalos, pero no te pierdas en su contenido.

Queremos comunicar objetivamente lo que surge dentro de la estructura del yo. Queremos expresarlo libremente, de manera espontánea, sin inhibiciones. No lo pienses demasiado.

Este proceso es increíblemente simple. No tienes que hacer nada más que observar y comunicar. Es la mente condicionada la que responde, la que trata de contestar. Pero ¿quién eres tú?

No hay nada que alcanzar. Solo hay que soltar la identificación falsa y realizar la verdad del “yo verdadero”.

La conciencia primordial es tan simple y obvia que la mente la pasa por alto. Siempre es la mente condicionada la que busca, la que se mueve. La mente condicionada no es más que movimiento, buscando aquí y allá. Si renuncias a ese movimiento, ¿qué permanece?

¿Quién está consciente, siempre presente en la observación?

El maestro zen Dogen dijo: “Realizar tu verdadera naturaleza es realizar el yo. Realizar el yo es olvidar el yo. Olvidar el yo es ser realizado por todas las cosas. Cuando la mente y el cuerpo se disuelven, hay solo experiencia directa de lo que es.”

Samadhi es la disolución de la ilusión entre observador y observado, experiencia y experimentador.