Transcripción – Samadhi 1

Samadhi 1

MAYA, la ilusión del YO

Samadhi es una antigua palabra en Sánscrito, para la cual no existe un equivalente moderno.  De allí que sea un desafío fundamental realizar una película acerca de Samadhi.   Samadhi apunta a algo que no se puede transmitir al nivel de la mente

Esta película es simplemente una manifestación externa de mi propio viaje interior La intención no es enseñarte sobre Samadhi o proveer información para tu mente, sino inspirarte a que directamente descubras tu verdadera naturaleza

Samadhi es relevante ahora más que nunca. Nos encontramos en un momento de la historia en el que no sólo olvidamos Samadhi, sino que también hemos olvidado que se nos olvidó.  Este olvido es Maya, la ilusión del yo.

Como humanos, la mayoría de nosotros vivimos inmersos en nuestra vida diaria, pensando muy poco en quiénes somos, por qué estamos aquí, o a dónde vamos. La mayoría de nosotros no reconocemos nuestro verdadero ser, el alma o lo que Buda llamó Annata – aquello que está más allá del nombre y de la forma, más allá del pensamiento. Como resultado creemos que somos estos cuerpos limitados. Vivimos temiendo, ya sea de manera consciente o inconsciente, que la estructura limitada del yo con la cual estamos identificados, morirá.

En el mundo de hoy la gran mayoría de las personas que se dedican a prácticas religiosas o espirituales como el yoga, la oración, la meditación, el canto o cualquier tipo de ritual, están practicando técnicas que están condicionadas. Lo que significa que son sólo parte de la construcción del ego. La búsqueda y la actividad no son el problema,

El problema es pensar que han encontrado la respuesta en alguna forma externa. La espiritualidad en su forma más común no es diferente al pensamiento patológico que está presente en todas partes. Se trata de una agitación adicional de la mente. Más humanos haceres, en lugar de más humanos seres. La construcción del ego quiere más dinero, más poder, más amor, más de todo. Los que están en el llamado sendero espiritual desean ser más espirituales, más despiertos, más ecuánimes, más pacíficos, más iluminados. El peligro para tí que ves esta película es que tu mente va a querer adquirir Samadhi. Incluso aún más peligroso es que tu mente pueda pensar que ha adquirido Samadhi. Siempre que hay un deseo de alcanzar algo puedes estar seguro de que es la construcción del ego trabajando. Samadhi no se trata de alcanzar o agregar algo más a ti mismo.

Realizar Samadhi es aprender a morir antes de morir. La vida y la muerte son como el yin y el yang -un continuo inseparable desplegándose interminablemente, sin principio ni final.  Cuando ahuyentamos la muerte, también ahuyentamos la vida.  Cuando tienes la experiencia directa de la verdad de quién eres, ya no hay más temor a la vida o a la muerte.

La sociedad y cultura nos dicen quiénes somos, y al mismo tiempo somos esclavos del profundo inconsciente, de los anhelos y aversiones biológicas, que gobiernan nuestras elecciones.

La construcción del ego no es nada más que el impulso a repetir. Es simplemente el camino que la energía tomó una vez y la tendencia de esta energía para tomar este camino de nuevo, sin importar si es positivo o negativo para el organismo.

Hay interminables niveles de memoria o mente, espirales dentro de espirales. Cuando tu conciencia se identifica con esta mente o construcción del ego, te ata al condicionamiento social, a lo que podrías llamar “la Matrix”

Hay aspectos del ego de los cuales podemos estar conscientes, pero es el inconsciente, el cableado arcaico, los temores existenciales primitivos, que en realidad están conduciendo toda la máquina. Un sinfín de patrones de aferramiento hacia el placer y la evitación del dolor que se subliman en conductas patológicas…. nuestro trabajo…. nuestras relaciones…. nuestras creencias, nuestros mismos pensamientos, y toda nuestra forma de vida. Al igual que el ganado, la mayoría de los seres humanos viven y mueren en subyugación pasiva, alimentando sus vidas a la Matrix.

Vivimos vidas encerrados en patrones estrechos. Vidas a menudo llenas de gran sufrimiento, y nunca se nos ocurre que realmente podemos llegar a ser libres. Es posible dejar ir a la vida que hemos heredado del pasado, vivir la que está esperando salir a través del mundo interior.

Todos nacimos en este mundo con estructuras biológicas condicionadas, pero sin autoconciencia.

A menudo, cuando se mira a los ojos de un pequeño niño no hay rastro de sí mismo, sólo el vacío luminoso. La persona en la que uno crece es una máscara usada sobre la conciencia.

Shakespeare dijo: “Todo el mundo es un escenario, y todos los hombres y mujeres meros actores”.  En un individuo despierto, la conciencia brilla a través de la personalidad, a través de la máscara.  Cuando está despierto, no te identificas con tu personaje. No crees que eres las máscaras que tienes puestas. Pero tampoco renuncias a jugar un papel.

Dos mil cuatrocientos años después de que Platón escribió la República, la humanidad todavía está buscando un camino para salir de la caverna de Platón. De hecho, podemos estar más atrapados por las ilusiones que nunca.

Platón hizo que Sócrates describiera un grupo de personas que vivían encadenados en una cueva toda su vida, frente a una pared en blanco. Todo lo que podían ver eran sombras proyectadas en la pared por las cosas que pasaban delante de un fuego que estaba detrás de ellos. Este espectáculo de marionetas se convirtió su mundo.  Según Sócrates, las sombras eran lo más cercano a la realidad que los prisioneros verían jamás. Incluso después de ser informados acerca del mundo exterior, continuaron creyendo que las sombras eran todo lo que es. Incluso si sospechaban que había algo más no estaban dispuestos a dejar lo que era familiar.

La humanidad de hoy es como la gente que sólo ha visto las sombras en la pared de la cueva. Las sombras son análogos a nuestros pensamientos. El mundo del pensamiento es el único mundo que conocemos. Pero hay otro mundo que está más allá del pensamiento. Más allá de la mente dualista. ¿Estás dispuesto a dejar la cueva, a dejar todo lo que has conocido para descubrir la verdad de lo que eres? Con el fin de experimentar Samadhi es necesario desviar la atención de las sombras, lejos de los pensamientos, hacia la luz.

Cuando una persona sólo está acostumbrada a la oscuridad, debe acostumbrarse gradualmente a la luz. Al igual que aclimatarse a cualquier nuevo paradigma, se necesita tiempo y esfuerzo, y voluntad para explorar lo nuevo, así como arrojar lo viejo.   La mente se puede comparar a una trampa para la conciencia, un laberinto o una prisión.

No es que estés en prisión, sino que eres la prisión. La prisión es una ilusión. Si estás identificado con un yo ilusorio, entonces estás dormido. Una vez que estás consciente de la prisión, si luchas para salir de la ilusión, entonces estás tratando a la ilusión como si fuera real y permaneces dormido, excepto que ahora el sueño se convierte en pesadilla.  Estarás persiguiendo y corriendo en las sombras para siempre.  Samadhi es despertar del sueño del yo separado o de la construcción del ego. Samadhi es despertar de la identificación con la prisión a la cual llamo yo.  Nunca puedes ser libre, porque donde quiera que vayas tu prisión está allí.

El despertar no se trata de deshacerse de la mente o de la Matrix, por el contrario; cuando no estás identificado con él, entonces puedes experimentar el juego de la vida con mayor plenitud, disfrutando del espectáculo como es, sin deseo o miedo. En las antiguas enseñanzas esto fue llamado el juego divino de Leila: el juego de jugar en dualidad.

La conciencia humana es un continuo. En un extremo, los humanos se identifican con el yo material. En el otro extremo está Samadhi, la cesación del yo. Cada paso que damos en el continuo hacia Samadhi, trae menos sufrimiento. Menos sufrimiento no significa que la vida este libre de dolor. Samadhi va más allá de la dualidad del dolor y el placer. Lo que significa es que hay menos mente, menos yo generando resistencia a lo que se desarrolle y esa resistencia es lo que genera el sufrimiento. Realizar Samadhi incluso una vez te permite ver lo que está en el otro extremo del continuo. Ver que hay algo más que el mundo material y el interés propio. Cuando hay una cesación real de la estructura del yo en Samadhi no hay pensamiento egoico, no hay yo, no hay dualidad, pero todavía existe lo que soy, annata o ausencia del yo. En ese vacío está el amanecer del prajna o la sabiduría, la comprensión de que el yo inmanente está más allá del juego de la dualidad, más allá de todo el continuo.

El yo inmanente es eterno, inmutable, siempre ahora. La iluminación es la fusión de la espiral primordial, el siempre cambiante mundo manifestado o loto en el que el tiempo se despliega, con tu ser eterno. Tu cableado interior crece como una flor que se despliega a medida que te desidentificas con el yo, convirtiéndote en un puente viviente entre el mundo del tiempo y el eterno.

Simplemente darse cuenta de el yo inmanente es sólo el comienzo del camino La mayoría de los seres humanos tendrán que experimentar y perder Samadhi innumerables veces en la meditación antes de ser capaces de integrarlo en otras facetas de su vida. No es inusual tener profundas percepciones sobre la naturaleza de su ser durante la meditación o consultando por cuenta propia, sólo para encontrarse una vez más cayendo de nuevo en los patrones antiguos, olvidando la verdad de quién eres.

Para llevar la quietud o vacío a cada faceta de la vida, a cada faceta de uno mismo, debemos ser ese vacío bailando como todas las cosas.  La quietud no es algo separado del movimiento. No es opuesto al movimiento. En Samadhi se reconoce a la quietud como idéntica al movimiento, y a la forma como idéntica a la vacuidad. Esto no tiene sentido para la mente porque en la mente esta el surgimiento de la dualidad.

René Descartes, el padre de la filosofía occidental, es famoso por el dicho “Pienso, luego existo”. Ninguna otra frase encapsula más claramente la caída de la civilización y la identificación a gran escala con las sombras en la pared de la cueva. El error de Descartes, al igual que el error de casi todos los seres humanos, fue la equiparación del ser fundamental con el pensamiento.

Al comienzo de su tratado más famoso, Descartes escribió que casi todo puede ser puesto en duda; se puede dudar de los sentidos, e incluso de los pensamientos. Del mismo modo, en el Kalama Sutra, Buda dijo que para determinar la verdad, uno debe dudar de todas las tradiciones, escrituras, enseñanzas y de todo el contenido de la mente y de los sentidos. Ambos hombres comenzaron con gran escepticismo, pero la diferencia fue que Descartes dejó de preguntar en el nivel del pensamiento, mientras Buda fue mas profundo – penetró más allá de los niveles más profundos de la mente. Tal vez si Descartes hubiera ido más allá de su mente pensante, habría descubierto su verdadera naturaleza y los niveles de conciencia en occidente serían muy diferentes hoy.

En cambio, Descartes describió la posibilidad de un demonio maligno que podría estar manteniéndonos bajo un velo de ilusión. Descartes no reconoció a este demonio maligno por lo que era. Como en la película Matrix, todos podríamos estar enganchados a algún programa elaborado alimentándonos mientras soñamos un mundo ilusorio. En la película, los seres humanos viven sus vidas en la Matrix, mientras que en otro nivel no eran más que las baterías, alimentando con su fuerza vital a las máquinas que utilizaban su energía para su propia agenda.

La gente siempre quiere culpar a todo lo que está fuera de sí mismos por el estado del mundo o por su propia infelicidad. Se trate de una persona, un grupo particular o un país, una religión o algún tipo de control Illuminati como el demonio maligno de Descartes, o las máquinas sensibles en la Matrix. Irónicamente, el demonio que Descartes imaginaba era precisamente lo que él mismo definía. Cuando realizas Samadhi, se hace claro que hay un controlador, hay una máquina, y el demonio maligno generando tensión en su vida día tras día. La máquina es usted.

Su estructura propia se compone de muchos pequeños subprogramas condicionados o pequeños patrones. Un pequeño jefe que anhela comida, otro anhela dinero, otro estatus, posición, poder, sexo, intimidad. Otro quiere consciencia o atención por parte de otros. Los deseos son literalmente infinitos y pueden nunca estar satisfechos.

Pasamos gran parte de nuestro tiempo y energía decorando nuestras prisiones, sucumbiendo a las presiones para mejorar nuestras máscaras, y que alimentan los pequeños jefes, haciéndolos más poderosos. Al igual que los drogadictos, cuanto más tratamos de satisfacer los pequeños jefes, más terminamos anhelando. El camino hacia la libertad no es la superación personal, o de alguna manera satisfacer su propia agenda, pero es una completa caída de la agenda del yo.

Algunas personas temen que despertar su verdadera naturaleza significará que pierden su individualidad y el disfrute de la vida. En realidad, lo contrario es cierto; La única individuación del alma sólo puede expresarse cuando el yo condicionado es superado.

Debido a que nos quedamos dormidos en la Matrix la mayoría de nosotros nunca va a descubrir lo que el alma realmente quiere expresar.

El camino hacia Samadhi implica meditación, que es tanto observar el yo condicionado; como sus cambios y realizar tu verdadera naturaleza; lo que no cambia. Cuando llegas a tu punto fijo, la fuente de tu ser, entonces esperas instrucciones adicionales sin insistir en cómo tu mundo exterior tiene que cambiar. No para mi voluntad, sino para una voluntad mayor.

Si la mente sólo trata de cambiar el mundo exterior para ajustarlo a una idea de lo que usted piensa que debe ser, es como tratar de cambiar la imagen en un espejo mediante la manipulación de la reflexión. Para hacer que la imagen en un espejo te sonría, obviamente no se puede manipular la reflexión, tienes que darte cuenta de quien es la fuente auténtica de la reflexión.

Una vez que te das cuenta del auténtico ser, entenderás que nada en el exterior necesariamente necesita ser cambiado. Lo que cambia es el consciente, inteligente, energía interior o prana que se libera de los patrones condicionados y se hace disponible para ser dirigida por el alma. Sólo puedes tomar conciencia del propósito del alma cuando eres capaz de ver al yo condicionado y sus interminables búsquedas y dejarlos ir.

En la mitología griega, se decía que los dioses condenaban a Sísifo a repetir una tarea sin sentido por toda la eternidad. Su tarea era empujar sin cesar una roca hasta una montaña, sólo para que se ruede hacia abajo de nuevo. El existencialista francés y ganador del premio Nobel, Albert Camus, vio la situación de Sísifo como metáfora de la humanidad. Él hizo la pregunta, ‘¿Cómo podemos encontrar significado en esta existencia absurda?’.

Como humanos estamos trabajando interminablemente, construyendo para un mañana que nunca llega, y entonces morimos. Si realmente nos damos cuenta de esta verdad, entonces nos volveremos locos al identificarnos con nuestras personas egoicas, o despertaremos y seremos libres. Nunca podremos tener éxito en la lucha exterior, porque es sólo un reflejo de nuestro mundo interior. La broma cósmica, el absurdo de la situación se hace evidente cuando hay un completo y absoluto fracaso del yo egoico intentando despertar a través de sus actividades inútiles.

En el Zen hay un dicho, “Antes de la iluminación cortar leña, acarrear agua. Después de la iluminación cortar leña, acarrear agua”. Antes de la iluminación hay que rodar el balón hasta la colina, después de la iluminación uno debe también rodar el balón hasta la colina. ¿Que ha cambiado? La resistencia interna a lo que es. La lucha ha terminado, o mejor aún, el que lucha se ha dado cuenta de que todo es solo ilusión. La voluntad individual o la mente individual y la voluntad divina, o mente superior, están alineados.

Samadhi es en última instancia el termino de toda resistencia interna – a todos los fenómenos cambiantes, sin excepción. El que es capaz de realizar la paz interior, independiente de las circunstancias ha alcanzado verdadero Samadhi. Dejas caer la resistencia no porque condones una cosa u otra, sino para que tu libertad interior no dependa de lo externo.

Es importante señalar que cuando aceptamos la realidad tal como es, no significa necesariamente que dejemos de tomar acción en el mundo, o nos convertimos en meditadores pacifistas. En realidad, lo contrario puede ser cierto; Cuando somos libres de actuar sin ser impulsados por motivos inconscientes, entonces es posible actuar alineados con el Tao, con toda la fuerza de nuestra energía interior detrás de nosotros. Muchos argumentarán que con el fin de cambiar el mundo y traer la paz necesitamos pelear con más fuerza contra los enemigos que percibimos. Pelear por la paz es como gritar para lograr silencio; sólo crea más de lo que no se desea. En estos días hay guerra en contra de todo: guerra contra el terrorismo, guerra contra la enfermedad, guerra contra el hambre. Cada guerra es en realidad una guerra contra nosotros mismos.

Esta pelea es parte de un engaño colectivo. Decimos que queremos la paz, pero continuamos eligiendo líderes que participan en la guerra. Nos mentimos a nosotros mismos diciendo que estamos a favor de los derechos humanos, pero seguimos comprando productos fabricados en talleres de explotación. Decimos que queremos aire limpio, pero continuamos contaminando. Queremos que la ciencia nos cure del cáncer, pero no cambiamos nuestros comportamientos habituales autodestructivos que nos hacen más propensos a estar enfermos. Nos engañamos a nosotros mismos promoviendo una vida mejor. No queremos ver nuestras partes ocultas que están tolerando el sufrimiento y la muerte.

La creencia de que podemos ganar una guerra contra el cáncer, el hambre, el terror, o cualquier enemigo que fue creado por nuestro propio pensamiento y comportamiento, en realidad nos permite continuar engañándonos a nosotros mismos acerca de que no tenemos que cambiar la forma en que operamos en este planeta.

El mundo interior es donde se debe realizar la revolución en primer lugar. Sólo cuando podamos sentir directamente la espiral de la vida dentro de la voluntad, el mundo exterior entrará en alineación con el Tao. Hasta entonces, todo lo que hacemos se sumará al caos ya creado por la mente.

La guerra y la paz surgen juntas en una danza interminable; son un continuo. Una mitad no puede existir sin la otra. Así como la luz no puede existir sin oscuridad, y arriba no puede existir sin abajo. El mundo parece querer luz sin oscuridad, plenitud sin vacío, felicidad sin tristeza. Cuanto más se involucra la mente, más se fragmenta el mundo. Cada solución que viene de la mente egoica es impulsada por la idea de que hay un problema, y la solución se convierte en un problema aún mayor de lo que estaba tratando de resolver. Lo que resistes persiste.

El ingenio humano crea nuevos antibióticos sólo para encontrar que la naturaleza más astuta crea bacterias más fuertes. A pesar de nuestros mejores esfuerzos en la lucha en curso, la prevalencia de cáncer está aumentando, el número de personas hambrientas en el mundo crece de manera constante, el número de ataques terroristas en todo el mundo continúa aumentando.

¿Qué hay de malo en nuestro enfoque? Al igual que el Aprendiz de Hechicero del poema de Goethe, nos hemos apoderado de un gran poder, pero no tenemos la sabiduría para hacer correcto uso de el. El problema es que no entendemos la herramienta que estamos utilizando. No entendemos la mente humana, su apropiado papel y propósito.

La crisis nace de la limitada forma condicionada en que pensamos, de la forma en que nos sentimos y experimentamos la vida. Nuestro racionalismo nos ha robado nuestra capacidad de reconocer y experimentar la sabiduría de muchas culturas antiguas. Nuestro pensamiento egoico nos ha robado la capacidad de sentir la profundidad y el sagrado significado de la vida, la luminosidad de la vida, y de realizar niveles completamente diferentes de la conciencia, que ahora están casi perdidos para la humanidad. En la antigua tradición egipcia, Neters eran formas arquetípicas cuyas características podrían ser incorporadas por aquellos que purificaban cuerpos físicos y espirituales, de tal manera que eran aptos para albergar las conciencias superiores. El Neter original, o el principio divino de esta sabiduría era conocido como Thoth o Tehuti. A menudo representado como un escriba con la cabeza de un pájaro o Ibis, y representaba el origen de todo conocimiento y sabiduría. Thoth podría ser descrito como el principio cósmico de pensar o de pensamiento. Thoth nos dio el lenguaje, los conceptos, la escritura, las matemáticas y todas las artes y manifestaciones de la mente. Sólo aquellos que habían pasado por un entrenamiento especial se les permitía acceder al conocimiento sagrado de Thoth.

El libro de Thoth no es un libro físico, pero es la sabiduría de lo akáshico o del reino etérico. La leyenda dice que el conocimiento de Thoth estaba profundamente escondido en un lugar secreto dentro de cada ser humano, y estaba protegido por una serpiente de oro. El mito arquetípico o perenne de la serpiente o dragón que guarda un tesoro es aquel que impregna muchas culturas y ha sido llamado por nombres como kundalini shakti, chi, espíritu santo y energía interior. La serpiente de oro es el constructor egoico que está ligado a las energías interiores y hasta que es dominado y superado, el alma nunca será capaz de alcanzar la verdadera sabiduría. Se decía que el libro de Thoth no traía nada más que sufrimiento a cualquier persona que lo leyera, aunque encontraran los secretos de los dioses y todo lo que está escondido dentro de las estrellas. Lo que debe entenderse es que el libro trae sufrimiento a cualquier persona que lo lea, a cualquier ego que intente controlarlo. En la tradición egipcia el despertar de la conciencia fue representado por Osiris.

Sin el despertar de esta conciencia, cualquier conocimiento o entendimiento obtenido por el ser limitado sería peligroso, si esta desconectado de la sabiduría superior. El ojo de Horus tenía que estar abierto. El significado esotérico que encontramos aquí es similar a la historia más familiar de “la caída” en el jardín del Edén. El libro de Thoth es paralelo al libro del conocimiento del bien y del mal de cuyo fruto Adán y Eva fueron tentados a comer. La humanidad, por supuesto, ya ha comido el fruto prohibido, ya abrió el libro de Thoth, y ha sido expulsada del jardín. La serpiente es una metáfora de la espiral primordial que se extiende desde el microcosmos hasta el macrocosmos. Hoy la serpiente está viviendo en ti. Es la mente egoica expresada como el mundo manifestado. Nunca hemos tenido acceso a tanto conocimiento. Hemos profundizado en el mundo material, incluso hasta encontrar la llamada partícula de Dios, pero nunca hemos estado más limitados, más ignorantes de lo que somos, y no entendemos el mecanismo por el cual creamos el sufrimiento.

Nuestra forma de pensar ha creado el mundo tal como es ahora. Siempre que etiquetamos algo como bueno o malo, o creamos preferencia en nuestra mente es debido al control que toman las estructuras egoicas o intereses propios. La solución no es luchar por la paz o conquistar la naturaleza, sino simplemente reconocer la verdad; que la existencia misma de la construcción egoica crea la dualidad, una división entre el yo y el otro, el mío y el suyo, el hombre y la naturaleza, interior y exterior. El ego es violencia; requiere una barrera, un límite del otro para ser.

Sin ego no hay guerra contra nada. No hay orgullo excesiva, o nuestra esencia necesitando crear beneficios. Estas crisis externas en nuestro mundo reflejan una crisis interna grave; No sabemos quienes somos. Estamos completamente identificados con nuestras identidades egoicas, consumidas por los miedos y separados de nuestra verdadera naturaleza.

Razas, religiones, países, afiliaciones políticas, cualquier grupo al que pertenecemos, todos ellos solo refuerzan nuestras identidades egoicas. Casi todos los grupos que existen en el planeta hoy quieren reclamar su perspectiva como verdadera y correcta, al igual como lo hacemos en forma individual. Al reclamar la verdad como propia, el grupo perpetúa su propia existencia de la misma manera que la estructura del yo o del uno mismo se defina contra el otro.

Ahora más que nunca, diferentes realidades y sistemas de creencias polarizadas coexisten en la tierra. Es posible que diferentes personas experimenten pensamientos completamente diferentes y reacciones emocionales a los mismos fenómenos externos. De la misma manera, el samsara y el nirvana, el cielo y el infierno, son dos dimensiones diferentes que ocupan el mismo mundo. Un evento que puede parecer apocalíptico para una persona, podría ser visto como una bendición para otro. Así que lo que se está haciendo evidente es que las circunstancias externas no tienen que afectar su mundo interior de ninguna manera. Realizar Samadhi es convertirse en una rueda autopropulsada, para hacerse autónomo, un universo dentro de uno mismo. Su experiencia de la vida no depende del cambio de los fenómenos.

Una analogía se puede hacer con el cubo de Metatron. Metatron se menciona en varios textos antiguos cristianos, islámicos y judíos, y es arquetipo relacionado con el egipcio Neter Thoth, así como Hermes Trismegistus de Grecia. Metatrón está íntimamente conectado con el tetragrammaton. El tetragrammaton es el patrón geométrico fundamental, la plantilla o emanación primordial de la realidad física, que ha sido llamada la palabra de Dios o Logos. Aquí vemos una representación bidimensional de la figura, pero si nos fijamos de cierta manera, se ve un cubo en 3D. Cuando ves el cubo, nada ha cambiado en la figura, pero tu mente ha añadido una nueva dimensión a tu visión.

Dimensionalidad o la perspectiva de uno es simplemente una cuestión de habituarse a una nueva forma de percibir el mundo. Al darnos cuenta Samadhi nos liberamos de la perspectiva, somos libre para crear nuevas perspectivas, porque no hay un ser auto-invertido o unido a un punto de vista particular.

Las mentes más grandes en la historia humana han señalado a menudo niveles del pensamiento más allá de la estructura limitada del uno mismo. Einstein dijo: “El verdadero valor del ser humano está determinado principalmente por la medida y el sentido en que ha logrado la liberación del yo”.

Así que no es que el pensamiento y la existencia del mismo sea malo, el pensamiento es una maravillosa herramienta cuando la mente está en servicio del corazón. En Vedanta se dice que la mente hace de buen sirviente pero de mal maestro.

El ego perpetuamente filtra la realidad a través del lenguaje y las etiquetas, y está constantemente juzgando. Prefiriendo una cosa sobre otra. Cuando la mente y los sentidos sean su maestro, crearán un sufrimiento interminable, un anhelo y una aversión interminables, encerrándonos en la Matrix del pensamiento. Si quieres realizar el Samadhi, no juzgues tus pensamientos como buenos o malos, pero descubre quién eres antes del pensamiento, antes de los sentidos. Cuando todas las etiquetas son borradas entonces es posible ver las cosas como son. En el momento en que se le dice a un niño lo que es un pájaro, si cree lo que le dicen, nunca volverá a ver un pájaro. Sólo verán sus pensamientos.

La mayoría de las personas piensan que son libres, conscientes y despiertas. Si crees que ya estás despierto, ¿por qué harías el difícil trabajo de conseguir lo que crees que ya tienes? Antes de que sea posible despertar, es necesario aceptar que estás dormido, viviendo en la Matrix.

Examine su vida honestamente, sin mentirse a sí mismo. ¿Es capaz de detener sus robóticos, patrones de una vida repetitiva, si quiere? ¿Puedes dejar de buscar placer y evitar el dolor, eres adicto a ciertos alimentos, actividades, pasatiempos? ¿Estás constantemente juzgando, culpando, criticándote a ti mismo y a los demás? ¿Su mente busca incesantemente estímulo, o está completamente satisfecha sólo estando en silencio? Reaccionas de acuerdo lo que las personas piensan de usted? ¿Está buscando aprobación, refuerzo positivo? ¿De alguna manera saboteas las situaciones que se te presentan en la vida?

La mayoría de la gente experimentará sus vidas de la misma manera hoy como lo harán mañana y un año a partir de ahora, y dentro de diez años. Cuando empiezas a observar tu naturaleza de robot, te vuelves más despierto. Comienzas a reconocer la profundidad del problema. Estás completa y totalmente dormido, perdido en un sueño. Como los habitantes de la cueva de Platón, la mayoría de los que oyen esta verdad no estarán dispuestos o capaces de cambiar sus vidas porque están atados a sus patrones familiares.

Hacemos grandes esfuerzos justificando nuestros patrones, enterrando nuestras cabezas en la arena en lugar de enfrentarnos a la verdad. Queremos a nuestros salvadores, pero no estamos dispuestos a levantarnos en la cruz nosotros mismos. ¿Qué estás dispuesto a pagar para ser libre? Darse cuenta de que si cambia su mundo interior, debe estar preparado para cambiar la vida exterior. Su vieja estructura y su identidad vieja deben convertirse en el suelo muerto del cual surge un nuevo crecimiento.

El primer paso para despertar es darnos cuenta de que estamos identificados con la Matriz de la mente humana, con la máscara. Algo dentro de nosotros debe oír esta verdad y ser despertado de su sueño. Hay una parte de ti, algo eterno, que siempre ha sabido la verdad. La Matrix de la mente nos distrae, nos entretiene, nos mantiene interminablemente haciendo, consumiendo, agarrando, en un ciclo de ansia y aversión con formas constantemente cambiantes, que nos mantiene alejados del florecimiento de nuestra conciencia, de nuestra evolución que por derecho de nacimiento es Samadhi.

El pensamiento patológico es lo que pasa por la vida normal. Tu esencia divina se ha esclavizado, identificado con la limitada estructura del yo. La gran sabiduría, la verdad de quién eres está enterrada en lo profundo de tu ser. J. Krishnamurti dijo: “No es signo de buena salud el estar bien adaptado a una sociedad profundamente enferma”. La identificación con la mente egoica es la enfermedad y Samadhi es la cura. Santos, sabios y seres despiertos a lo largo de la historia han aprendido la sabiduría en el sacrificio de su propio ser. ¿Cómo es posible realizar el verdadero yo? Cuando miramos a través del velo de Maya, y dejamos ir el yo ilusorio, ¿qué queda?