Transcripción – Samadhi 3

El Camino sin Sendero

Permítanme recordarles respetuosamente:

La vida y la muerte son supremamente importantes.
El tiempo pasa rápidamente y se pierden oportunidades.
Cada uno de nosotros debe esforzarse por despertar.
Despertar.
Presta atención.
No desperdicies tu vida.

La humanidad ha descendido profundamente en el reino material echando raíces en las capas mentales y físicas de nuestro ser. Como dijo Carl Jung, “Para tocar el cielo nuestras raíces deben llegar al infierno”. Del horno de Babilonia sale la transformación la transfiguración y el nuevo potencial humano.

Las tradiciones orientales dicen que el loto del el despertar crece del barro del samsara; del sufrimiento.

El cristianismo describe la caída en el jardín del Edén. En términos esotéricos se trata de la creación de un sentido del yo individual o de la voluntad personal que está separada de la voluntad de Dios. Junto con este yo separado es la aparición de un mundo externo de pensamiento; el mundo de la forma que parece separado de este yo limitado. El carácter o el ego está hecho de patrones de búsqueda o deseo de cosas en ese mundo externo proyectado por el pensamiento. Las cosas externas que anhelamos son los frutos del árbol del conocimiento del bien y el mal o el árbol de la dualidad.

Se podría decir que el pecado original son los deseos de la conciencia egoica o dualista.

Esto es maya, la situación en la que la humanidad se encuentra ahora.

Buscar el fruto externo significa perder el objetivo, perder el ahora.

Históricamente han habido raros despertares ocasionales, raros florecimientos de la conciencia humana. Los santos, los yoguis, los sabios y los guardianes de la sabiduría. Pero la humanidad tiene ahora una oportunidad única de emprender este viaje como un colectivo, en masa; para imaginar y co-crear nuevas realidades compartidas, mientras redescubrimos los mundos superiores y despertamos del sueño colectivo del yo limitado.

La mayoría de los humanos viven actualmente casi enteramente identificados con las capas físicas y mentales de su ser, sin ser conscientes de que los niveles superiores existen. La mayoría de la gente no sabe o sospecha que hay capacidades espirituales latentes dentro de la estructura del ser, esperando a ser activadas. Al concretarse estas capacidades nos conectamos a niveles de existencia cada vez más sutiles, mientras que al mismo tiempo hacemos la autoestructura permeable a nuestra verdadera naturaleza; desidentificándonos de todos los niveles de la mente o maya.

Si examinamos las tradiciones espirituales que han existido a lo largo de la historia, encontramos que los grandes sabios, místicos y videntes describen una existencia continua. Las antiguas enseñanzas védicas describían cinco koshas o envolturas del alma, que se extienden desde el reino físico y mental bruto, que es el mundo condicionado en el que la mayoría de la gente vive hoy, hasta los reinos sutiles que incluyen los reinos energéticos, astral y mental superior, las plantillas arquetípicas de la existencia. Y finalmente al reino causal donde no hay pensamiento ni sensación.

La realización de la conciencia primordial el despertar de la conciencia de Dios dentro del alma disipa la ilusión de todos estos reinos, todas las capas de maya.

Las antiguas tradiciones contienen numerosos marcos conceptuales y lingüísticos que apuntan a este continuo de lo burdo a lo sutil y a lo causal. Ya sea el sistema de chakras o el sistema de kosha de las tradiciones Védicas o los dantiens del Taoísmo, todos los niveles dentro del campo de fenomenos cambiantes son maya; la espiral que oscurece nuestra verdadera naturaleza pero a la vez es la expresión misma de la vida. Es a través de la espiral de la vida que experimentamos la vida humana. Cuando todos los niveles de maya se comprenden como vacíos de sí mismos, lo que es posible una insondable no-dualidad o unión mística más allá de todo lenguaje. Que incluye, pero trasciende, todos los demás niveles.

Henry David Thoreau dijo que la mayoría de la gente transita una vida de tranquila desesperación. Se van a la tumba llevando su canción todavía dentro de ellos. Su desesperación proviene de una búsqueda interminable fuera de ellos mismos. La búsqueda de “cosas”; dinero, poder, relaciones, aprobación de los demás. La raíz del sufrimiento está en el apego mental a las cosas, no en las mismas cosas. No importa lo que tengas, lo que importa es el apego a lo que tienes. Formamos apegos a nivel sensorial a través de la neuroplasticidad. Dondequiera que se ponga la atención, las neuronas se disparan y se conectan creando un programa en la mente; una tendencia hacia un patrón que es lo que la mente misma es. Cuando tenemos alguna tendencia inconsciente o patrón de vida, no somos realmente adictos a las cosas en sí mismas. No somos adictos a las drogas, el alcohol, el sexo, la comida o los medios de comunicación, sino a las sensaciones que producen en nosotros.

Nos liberamos al observar directamente el campo somático; el campo de fenómenos cambiantes en el nivel raíz de la conciencia. Nos mantenemos ecuánimes sin reaccionar o juzgar cualquier sensación como buena o mala. Para llegar a ser libres aprendemos cómo estos apegos se forman enfocando la conciencia al mundo interior sutil. Comenzamos a observar los fenómenos mentales y sensoriales como un campo de cambio, en lugar de apegarnos a los pensamientos y sensaciones que provocan identificación y la misma creación del mundo de la forma. Este campo de cambio también se llama “prana” o “energía interior”; la sensación de vitalidad interior.

El cambio a una nueva Tierra es un cambio fuera del materialismo. Lo que estamos presenciando es una liberación de los viejos paradigmas y de la agenda egóica patológica de adquirir más sin cesar.

Lo que estás viendo a tu alrededor ahora mismo puede parecer oscuridad. Puede parecer una locura. En realidad esto es como se ve el despertar en el planeta Tierra. Estamos siendo testigos del desmantelamiento de viejos patrones. Muchas gente está desilusionada con los sistemas políticos, sociales, económicos y religiosos actuales. Ya no confían en las agendas egoístas de los medios de comunicación y de los llamados sistemas espirituales. No confían en el sistema de salud o en el gobierno. La gente está desilusionada. Esta disipación de la ilusión es algo necesario para ver la verdad; un enfrentamiento con la enfermedad espiritual inherente a este tiempo que estamos viviendo, y trascender la conciencia egoica. Por conciencia egoica me refiero a los patrones de deseo y aversión que operan inconscientemente; los samskaras colectivos o patrones condicionados que crean las circunstancias de maya- la identificación con nuestros personajes, con grupos sociales, o cualquier cosa por la que nos definamos con los diversos personajes y arquetipos que representamos en esta vida.

La autoestructura es una interfaz con el mundo No queremos deshacernos de esa interfaz o destruirla. El camino consiste en desidentificarse de manera que nuestro sentido del yo, o de la existencia, no esté amarrado a una forma limitada. Para no sufrir cuando el mundo de las formas cambie. El camino humano es un viaje desde la existencia pre-egoica que es la unidad fusionada que experimentamos cuando éramos un bebé, con nuestra madre, hasta la creación de una persona. Crecemos, creamos un individuo. Esto es una parte necesaria de nuestra evolución. Para que surja la conciencia de uno mismo; para crear un sentido de sí mismo o “yo”. En realidad estamos en una etapa de adolescencia de nuestro desarrollo. Estamos en una etapa de identificación del ego. Pero el siguiente paso más allá de la autoconciencia es realizar niveles transpersonales del yo. Desarrollar niveles compartidos de conciencia; varios niveles de Logos o mente superior. Se podría decir niveles de alma si prefieres ese lenguaje. Expandir nuestra esfera de compasión. Es una expansión a través del amor.

Desde la perspectiva del viejo patrón, la conciencia egoica, este desmantelamiento es algo temible. Va a producir confusión y dolor si uno se aferra a los viejos patrones. Ese despertar será en realidad percibido como una amenaza. El despertar será percibido como una crisis porque es el desmantelamiento de lo conocido. Ahora mismo somos como una oruga en el capullo mientras experimenta la metamorfosis. Hay un punto en la transformación en el que la oruga no es ni oruga ni mariposa. En este punto para quién sufre la metamorfosis, el viejo yo, puede parecer que todo está perdido. Pero no es más que una parte del proceso.

La fe es una rendición al impulso evolutivo; un conocimiento profundo de que transitamos hacia la fuente. El engaño colectivo, lo que los antiguos maestros espirituales llamaban maya, está ligado a nuestro apego colectivo a los viejos patrones. Está ligado a la arrogancia humana; a la creencia de que sabemos dónde vamos, qué hacemos y quiénes somos.

El pintor francés Paul Gauguin es famoso por un cuadro que tituló “¿De dónde venimos, qué somos y a dónde vamos?”. Estas tres preguntas requieren humildad. Para descubrir lo que somos, para descubrir la verdad, primero debemos reconocer que no tenemos la verdad. No tenemos la respuesta si queremos encontrarla. Debe haber una auténtica voluntad de explorar y observarnos a nosotros mismos. Como el peregrino de Dante en la “Divina Comedia” uno comienza el viaje para conocerse a sí mismo en un bosque oscuro, extraviado, reconociendo que estamos perdidos.

En las antiguas tradiciones Védicas las dimensiones del ser y el devenir estaban representadas por Shiva y Shakti. El arquetipo femenino, la corriente descendente o corriente de manifestación está representada por Shakti. Por el triángulo apuntando hacia abajo, que señala la involución del espíritu en el mundo de la forma. Shiva representa la corriente ascendente; la corriente de la liberación. El triángulo que apunta hacia arriba, hacia la conciencia pura sin ninguna cualidad; la evolución más allá del mundo de la forma o de lo trascendente. Mientras estemos operando dentro del mundo dualista, identificados con la mente limitada, estas dos corrientes comprenden el camino sin sendero. Estamos operando dentro de la corriente de manifestación y la corriente de liberación, haciendo y no haciendo, habitando tanto el tiempo como lo intemporal. Cuando estas dos dimensiones se casan en unión divina, fundidas en una sola, es Samadhi.

Cuando están unidas representan el equilibrio y la coexistencia de estas dos dimensiones, como la estrella de David o el símbolo anahata que es el símbolo antiguo el cual representa el corazón espiritual, el sonido sin tocar, la fuente trascendente del OM primordial, OM que danza al universo a su existencia. Se dice que en Samadhi uno escucha la música celestial de la existencia, Musica universalis, o la flauta de Krishna o lo que Pitágoras llamaba la “música de las esferas”.

Por supuesto, todas estas son metáforas de algo que despierta dentro de las profundidades de nuestro ser, algo más allá de la mente y los sentidos limitados. Hay sistemas espirituales que se centran en el cuerpo sutil utilizando prácticas como la observación la respiración, las sensaciones, trabajando con el chi o el prana. Trabajando con técnicas prácticas y procesos que pueden aprenderse con la mente condicionada. Todo lo que utiliza y compromete directamente la mente limitada para realizar Samadhi es parte de la “vía positiva”. Esto es lo que llamamos el camino de Shakti. Y hay sistemas espirituales que tratan de sobre trascender el mundo manifestado, que llamamos el camino de Shiva o la “vía negativa”. Llegamos a realizar lo que somos, más allá del nombre y la forma, abandonando todo lo que no somos.

El camino hacia el Samadhi ha recibido muchos nombres como meditación, autoindagación u oración. La mayoría de las personas que practican estas cosas hoy en día practican alguna técnica, pero la forma antigua de meditación que lleva a Samadhi no es en realidad una actividad. No es algo que se hace o practica, sino que es en realidad la cesación del meditador, del indagador o del hacedor. La verdadera meditación es una unión con lo que ES, y sólo comienza a ocurrir cuando el ego fracasa en su intento de meditar, y entiende sus propias limitaciones. El ego, el TÚ que crees ser, debe fallar necesariamente en todo intento de meditar para que se produzca la verdadera meditación. Cuanto más nos acercamos a la verdad, más nos acercamos a Samadhi, menos se hace, con menos técnica. Las técnicas forman parte del pasado. Abandonamos el hacer y el hacedor. Abandonamos la búsqueda y el el buscador, para llegar al presente incondicionado. Algunos maestros hacen demasiado hincapié en las técnicas, mientras que otros las infravaloran. Es importante entender que la técnica es un peldaño. No queremos abandonarla, pero no nos aferramos a ella.

La manera probada de realizar Samadhi es a través de largos períodos de práctica espiritual. Ya sea que uno llame a esa práctica meditación, auto-indagación u oración, existe una verdad a la que uno tiene que despertar. El yogui y sabio Patanjali, que compiló los sutras del yoga hace 2500 años, enseñó que el todo el esfuerzo del yoga está dirigido a la cesación del torbellino de la mente. Se podría decir que es la cesación del karma; la cesación de los profundos patrones inconscientes que gobiernan nuestras vidas. Estos patrones condicionados fueron llamados los vritti en sánscrito.

Asi mismo, el maestro Zen Dogen dijo que la meditación es el abandono de la mente y el cuerpo. En el Budismo es el Nirvana o Nirodha; es la cesación de las fluctuaciones de la mente egoica limitada, que provoca la identificación con un sentido limitado del yo. En el cristianismo encontramos la misma enseñanza perenne expresada a través de una metáfora muy diferente, utilizando el lenguaje que era común en esa época de la historia. Realizar Samadhi en términos cristianos es alcanzar el Reino de Dios a través del el perdón de los pecados, aceptando a Cristo. La palabra pecado en hebreo significa literalmente “errar la marca”; significa perder el momento presente; perseguir la felicidad en los objetos del mundo exterior en lugar de alcanzar la fuente de la verdadera plenitud.

Ingresar en el ahora, en el momento presente, es aprender a renunciar a las preferencias de la mente condicionada. Quemar los estados opuestos, permaneciendo no reactivo a cualquier cosa que aparezca en el campo de fenomenos cambiantes. Meditar es quemar el yo condicionado, o se podría decir que es liberar la energía del yo condicionado. Esta verdad se encuentra en el Evangelio de Tomás que dice: “Si sacas lo que hay dentro de ti, lo que saques te salvará. Si no sacas lo que hay en ti, lo que no saques te destruirá”.

Una montaña puede accederse por muchos caminos. Uno puede ir directamente hacia la cima, o a veces puede ser mejor tomar una ruta en espiral. Pero en la cima la vista es siempre la misma, sin importar el camino que se tome. Los humanos han creado miles de técnicas de meditación a lo largo de los milenios, sin hablar de las innumerables posturas de yoga, asanas, respiración especializada o pranayama, y todas las variedades imaginables de rituales o práctica.

Si la meditación es simplemente una cesación o una parada se trata de simplemente llegar a la quietud, entonces ¿por qué necesitamos tantas técnicas para lograrlo? ¿Por qué no podemos simplemente sentarnos y esperar a que nuestro barro se asiente, como enseñan en el Zen? La verdad es que podemos simplemente parar. Podemos renunciar a las actividades de nuestro personaje, sin embargo como dijo Einstein “aunque la realidad no es más que una ilusión, es una ilusión persistente”.

Es esta persistencia de la ilusión la que hace que sea necesario para la mayoría de nosotros penetrar en la mente inconsciente. Para mantenernos despiertos debemos purificar nuestro avatar de sus samskaras, de su karma o su programación, para que los aspectos inconscientes del yo dejen de conducir el espectáculo. Cuando digo “purificar” no significa que el avatar sea de alguna manera malo o negativo. Simplemente quiero decir que es posible desidentificar un sentido del yo de de él, y el proceso de desidentificación es lo que llamamos llamamos “purificación” o “limpieza”. Estoy limpiando mi Yo de mí mismo. Nuestra practica espiritual consiste en unir todos los aspectos de nuestro Yo para no estar divididos. Penetramos en el inconsciente creando condiciones sin escape para el ego. Ya sea a través de largos periodos de meditación o autoindagación, a través de yoga intensivo, el qi kung, la oración, técnicas de respiración, o el ayuno, o el canto, o tomando enteógenos que nos abren a las profundidades inconscientes de la mente, nos sentiremos naturalmente atraídos por diferentes prácticas, técnicas y herramientas en diferentes momentos de nuestro camino.

Cualquiera que sea la práctica o técnica, la purificación se producirá mientras siempre cultivemos la presencia y la ecuanimidad. Estando aquí en el ahora, así como entregados a lo que ES, entonces continuamos desatando los nudos kármicos que crean la identificación con nuestro avatar.

Abandonamos juzgar cualquier sensación o pensamiento como bueno o malo, siempre profundizando en el campo sensorial. Siempre percibiendo fenómenos más y más sutiles, llegando a ser tan conscientes de lo que surge que se produce una fusión con el objeto de meditación. Nos convertimos en la respiración. Nos convertimos en la postura de yoga. Nos convertimos en el canto. Nos convertimos en el avatar. En cada caso, fundiéndonos con el campo pránico en lo que se llama Savikalpa Samadhi o Samprajnada Samadhi, que es “Samadhi con una semilla”; una semilla de patrón, una semilla de forma. Una semilla de actividad mental condicionada; de actividad kármica. Mientras haya una semilla de apego, de actividad mental inconsciente, de separación entre los mundos interior y exterior, entonces no se alcanzará la meta final. El Savikalpa Samadhi es un Samadhi preliminar, también llamado “jhana” (pali) o “dhyana” (sánscrito). Es una combustión del karma dentro de la estructura del yo; una preparación del recipiente humano para el despertar de nuestra verdadera naturaleza, que se realiza a través del ‘no-hacer’; a través del cese de la actividad mental.

Tu mente es como un estanque, y tus pensamientos son como olas u ondas en ese estanque.
¿Qué puedes hacer para que el estanque se calme?

Cualquier cosa que hagas provocará más olas. No puedes suavizarlo o forzar que se quede quieto. El estanque sólo se queda quieto cuando tú cesas todo esfuerzo, toda lucha, todo movimiento. Alcanzar el estado natural no es algo que tú hagas. Es un reconocimiento de lo que ya eres, más allá del movimiento de la mente y los sentidos. ¿Quién agita la mente? Reconoce “quién” está eligiendo. Es sólo la propia mente la que elige. Es sólo la propia mente la que se mueve.
Es sólo la propia mente la que intenta aquietar la mente.

Al escuchar estas palabras, la mente limitada estará probablemente desorientada, preguntándose: “¿Qué hago?” Acepta y permite esa desorientación. Toma conciencia del Verdadero Ser. Hazte consciente de tí mismo, consciente de la conciencia misma.

Permanece en “eso” hasta que sólo eso se transforme en tu realidad.

Al principio, cuando intentes observar la conciencia sólo verás el falso yo, sólo los movimientos de la mente.

Cuando digo “Sé consciente del verdadero yo”, no es no es un enfoque, no es un movimiento. No es como apuntar una cámara a un nuevo objeto, sino que es mas un abandono o un cese del interés o apego a los movimientos de la mente.

Hay dos nudos principales que nos atan a la identificación con el falso yo: El cuerpo quiere comodidad y la mente quiere saber. El cuerpo está apegado a las sensaciones de placer y a evitar el dolor. Toda sadhana o práctica espiritual que conduce a Samadhi implica fundamentalmente dos cosas: Primero, ignorar la dualidad de comodidad e incomodidad, y segundo, ingresar en una “mente que no sabe” Una profunda entrega interior, una entrega energética y estar presente sin pensamiento, consciente sin elección.

Sócrates fue considerado la persona persona más sabia de su tiempo. Es famoso por la máxima: “Sólo sé que no sé”. Esta es la paradoja Socrática. Adoptar una “mente sin saber”, una mente que no sabe, es la puerta de entrada a Samadhi.

Espera. Quédate quieto sin esperar, sin pensamiento, porque la espera estaría basada en alguna idea, y mantendría la energía fluyendo en la mente condicionada.

T.S. Eliot escribió: “Le dije a mi alma, quédate quieta y aguarda sin esperanza, porque la esperanza sería esperar por algo equivocado. Espera sin pensamiento, porque no estás listo para el pensamiento”.

El momento en que tienes una esperanza, un motivo o un pensamiento, es el momento en que estás nuevamente atrapado en la mente condicionada. En la Divina Comedia, Dante escribió sobre una inscripción en la entrada del infierno: “Abandonad toda esperanza, vosotros que entráis aquí”.

En realidad es una instrucción muy práctica. Sería un gran recordatorio si se colocara en la puerta de cada centro de meditación, ashram, iglesia o templo. Cualquiera que sea tu esperanza, está basada condicionamientos del pasado. La esperanza es un tipo de conocimiento que mantiene la estructura del ego investigando, buscando y haciendo. Cuando nos dedicamos a nuestra sadhana, nuestra práctica espiritual que nos conduce a Samadhi, debemos abandonar toda esperanza, toda proyección hacia el futuro, aceptando que ni siquiera sabemos qué esperar. Esto es una humillación para el ego. Cuando abandonamos la esperanza también abandonamos el miedo. La esperanza y el miedo son la proyección de la mente en el futuro; el cableado interno que nos ata a la identificación. La esperanza es anhelo, el miedo es aversión. Si permanecemos en el ahora experimentando este momento tal y como es, ¿dónde está la esperanza o el miedo? Nuestro trabajo espiritual consiste en excavar y desatar los nudos que nos atan a la identificación con nuestro personaje. Nos movemos más allá de la comodidad y la incomodidad, entrando en la nube del desconocimiento. Podemos hacerlo tanto a través de prácticas formales como en el día a día.

Meditar, conocerse, es arder en el ahora.

Quemar tus patrones, tus preferencias.

Y no es algo separado de tu vida. Ser capaz de soltar tus patrones, tus reacciones y tus juicios mientras estás en medio de de ellos, dejar la lucha, es la práctica más profunda. Esta es la única lucha que se gana entregándote, rindiéndote, muriendo en el campo de batalla. Subiendo voluntariamente a la cruz.

Algunas personas están preparadas para las más altas enseñanzas sobre la meditación y la autoindagación; la verdad simple y clara. Escucharán el dharma y lo entenderán inmediatamente. Estas personas son como la madera que ha sido bien curada, y están listos para quemarse. Sólo necesitan la chispa. Otras personas parecen necesitar más preparación. Son como la madera húmeda y necesitan algo de tiempo para secarse antes de encenderse. Necesitan técnicas, prácticas para aflojar los lazos de la autoestructura, para liberarse de los samskaras. O al menos creen que es así, y esta creencia hace que así sea.

Las prácticas y las técnicas son como peldaños; como utilizar una espina para remover una espina, o un patrón para eliminar un patrón. Las prácticas espirituales, como recitar palabras, practicar una disciplina o cualquier cosa aprendida, es simplemente una imitación. Es algo repetitivo y condicionado. Como todas las técnicas son patrones condicionados dentro de la mente, la práctica en sí misma nunca llevará más allá de la mente, a Samadhi. Permanecerás en el patrón en un estado robótico y repetitivo. Uno debe aferrarse a la técnica sin apretar, permitiendo que la energía interna fluya libremente. Al absorberse uno en energía interna, se abandona el hacer condicionado.

El hacer condicionado, esta programación inconsciente se formó debido a experiencias incompletas. Cada vez que tenemos una experiencia incompleta, ésta crea una impresión en la mente. Crea una pequeña programación en el inconsciente. Esta programación o condicionamiento puede venir de traumas, o simplemente experiencias a las que evitamos porque eran demasiado dolorosas (o nos aferramos porque eran placenteras). Nuestra autoestructura está formada por innumerables pequeños programas que que surgen a raíz de experiencias incompletas. Estas huellas de la memoria no sólo se almacenan en el cerebro, sino en los sistemas energéticos del cuerpo; a través del sistema nervioso, la fascia, y muchas redes de nadis o meridianos. Estos programas necesitan energía para funcionar. Si la energía está atrapada en el inconsciente, es como dejar aplicaciones abiertas en el teléfono que agotan la batería. Nuestra sadhana es similar a aprender a cerrar las aplicaciones en nuestro teléfono.

Para liberarnos llevamos la conciencia a las sensaciones sutiles; al campo de fenómenos cambiantes o energía dentro de nosotros sin reaccionar a cualquier pensamiento o sentimiento que surja. Abandonando las preferencias del ego, nos movemos más allá de la comodidad y la incomodidad.

Todo en el mundo externo nos está apuntando en la dirección equivocada. La sociedad nos dice que adormezcamos nuestro dolor, que busquemos la comodidad. La manera de entrar es la manera de salir, la manera de salir es el camino hacia adentro. Tenemos que volvernos hacia nuestro dolor. Nos liberamos de los samskaras teniendo una experiencia completa. Al sentirlo sin reaccionar. Ardiendo en en él. Obtenemos una experiencia completa del sentimiento, sin la emoción.

Las emociones son reacciones. Son sentimientos que se entrelazan con los pensamientos. Ignoramos el componente de pensamiento y atendemos el sentimiento en bruto, la sensación en bruto. Se ha dicho que el camino hacia la la liberación no consiste en sentirse mejor, sino en mejorarnos en sentir. Los ejemplos máximos de esto son Jesús en la cruz o la meditación de Buda que le llevó a la su iluminación.

Es enfrentarnos a nuestro mayor dolor, nuestros mayores miedos, abandonando los conceptos, el conocimiento y los juicios de bondad o maldad.

Despertar es sólo el paso inicial de un proceso acelerado de desarrollo interior, crecimiento del loto interior; convertirnos en un puente viviente y purificar el recipiente humano para albergar la conciencia divina.

La energía es como la piedra de Rosetta para las prácticas espirituales. Si entiendes cómo la energía funciona, entiendes la utilidad de cada práctica. Cada técnica o práctica interrumpe el patrón de TÚ. Tú usas un patrón condicionado para interrumpir patrones condicionados. Debes estar dispuesto a abandonar la técnica una vez que haya cumplido su propósito, de lo contrario sólo crearás una identidad en torno a ella, y una nueva autoestructura espiritualizada.

Para alcanzar las etapas más profundas en meditación debemos ignorar todo lo que que creemos saber sobre meditación. Los antiguos términos de meditación, “jhana”, “dhyana”, zen o chan, se refieren a una especie de disolución interior; un tipo de absorción meditativa; una transformación o purificación interior de condicionamientos del ego.

El antiguo significado de la palabra “jhana” se relaciona con la palabra pali “jhapeti” que significa “quemar”. Es una quema de defectos, de pecados o de samskaras. Es una quema de identificación con el falso yo, una combustión del engaño, de todas las preferencias que comprenden la construcción del ego, y asi permitir liberación y salida de la energía interior. Uno se vuelve ecuánime con lo que es, se entrega a lo que es, está atento a lo que es.

El despertar a nuestra verdadera naturaleza puede ocurrir gradualmente a través de estas etapas de jhana, a medida que se abandona la identificación con los diversos procesos de la mente condicionada. O el despertar puede ocurrir instantáneamente. A esto se le llama “satori” en el Zen.

La más pura enseñanza se transmite en silencio, pero como está hoy el mundo, muy pocos entenderán o se sentirán atraídos por la fuente de ese silencio.

Hay una famosa enseñanza de Buda Gautama llamada “el sermón de las flores”. Este sermón es el origen de la meditación budista. Se podría decir que es el origen del Zen, el cual revela la transmisión directa de la verdad. En el sermón de las flores el Buda simplemente sostuvo una flor blanca. Estaba en plena presencia con la flor, permaneciendo en su verdadera naturaleza. Esa era toda la enseñanza. En lugar de dar un largo satsang o enseñanza verbal, dejó que los estudiantes se sentaran con la flor durante todo el tiempo. Sólo un estudiante recibió la transmisión. Sólo un estudiante entendió. Recibir una transmisión tan sutil, requiere una mente sutil.

La más alta verdad se transmite en silencio. ¿Cómo podemos recibir la transmisión desde la mente de Buda? ¿Cómo podemos recibir lo que ya tenemos, lo que ya somos?

La conciencia primordial está en todas partes, cuando tenemos ojos para verla, y en ningún lugar en particular. Al despertar, la verdad es tan simple de ver que no se necesita la mente. La mente está buscando e indagando. Cuando se abandona ese movimiento, cuando ese proceso se consume, la verdad permanece.

Tú ya eres lo que estás buscando pero estás identificado con el falso yo.

Observa la flor y observa quién (o qué) está observando la flor. ¿Qué es lo que separa al observador del observado? La meditación o jhana es estar presente aquí y ahora sin la mediación de imágenes en la mente, ideas y conceptos. Estando absolutamente consciente y presente sin ‘conocimiento’ de las formas, incluso en el inconsciente, entonces ya no hay observador y observado. Ya no existe relación entre tú y cualquier “cosa”. No hay más flor y observador separado. Es sólo la mente limitada la que ve las cosas. La actividad de la mente limitada es la creación de cosas; la creación de la experiencia del tiempo y el espacio; la creación de la dualidad, de experiencia y experimentador.

Es posible despertar aquí y ahora a una profunda dimensión de quietud más allá de la mente, sin apartar la mente, sino dejándola ser exactamente como es. Y sin embargo, no permanecer atrapado en la mente.

No intentes analizar estas palabras. No son conceptos. Si la presencia se ha manifestado al escuchar estas indicaciones, no dejes que la mente se involucre. Tan pronto como recibas la transmisión, apaga este video, y permanece conciente como conciencia.

El silencio es la mayor enseñanza, la enseñanza más pura. La siguiente es apuntar directamente a lo insondable. Esta enseñanza ha tenido muchos nombres a lo largo de la historia. Apunta hacia el ser trascendente o la conciencia pura. En el budismo se llama “Prajna Paramita” que significa el último conocimiento o la sabiduría perfecta, que se distingue del conocimiento ordinario o conocimiento condicionado. Es lo que se realiza a través de la octava rama del yoga descrita por Patanjali. En el Shaivismo este despertar puede ser descrito como unidad con Ishvara o Shiva, los cuales son nombres para la conciencia absoluta.

En las tradiciones místicas occidentales, los términos henosis o apofaticismo se han utilizado para referirse a la unión con el Uno. Plotino decía que el Uno trasciende todos los seres, pero es inminente en ellos.

En el Dzogchen Tibetano se describe como el estado natural y primordial del ser. Utilizan la palabra Rigpa para referirse a la base de la existencia.

En el sufismo es el “secreto de los secretos” realizado a través de la “fana”, que es la aniquilación o aprender a morir antes de morir.

En el Mahamudra es el gran sello, o la gran huella, la realización del estado natural; la conciencia primordial, la vacuidad, absoluta, clara y transparente, sin raíz.

No escuches estas palabras con la mente sino que reconoce en las profundidades de la conciencia aquello a lo que apuntan.

La verdad de quién o qué eres, la verdad que trasciende la mente limitada no puede ser observada por medio de la mente limitada. El punto de quietud no puede ser alcanzado por medio del movimiento.

Si quieres realizar el punto de quietud más allá del pensamiento, abandona todo interés en pensamientos y sensaciones, las preferencias, todos los fenómenos generados por la mente y los sentidos, y descansa en la conciencia desnuda.

Los pensamientos y las sensaciones son un campo de fenómenos que cambian constantemente. Lo que no cambia es nuestra conciencia de ese campo de cambio. Solemos estar tan atrapados en este campo de cambio fijados en sus objetos, que ignoramos la conciencia. Para realizar Samadhi dejamos de perseguir cualquier cosa en el campo de cambio; cualquier pensamiento y descansamos como conciencia. Dejamos de reaccionar ante pensamientos y sensaciones. Todo el sufrimiento se debe a que creemos nuestros pensamientos.

Observa el hábito de la mente de juzgar o etiquetar cualquier pensamiento o sensación como bueno o malo. Permitimos que cada pensamiento y sensación sea tal y como es. No rechazamos nada, y sin embargo no nos dejamos atrapar por pensamientos, ni nos enganchamos a su contenido. De esta manera nos acercamos al absoluto por la vía negativa. Lo que sea que surja, nos damos cuenta de que “no soy esto, no soy aquello, no soy esto, no soy aquello”. A través de la vía negativa, te das cuenta de que todo lo que surge no eres tú. Te das cuenta de que tú no eres nada; la sabiduría del no ser.

A través de la vía positiva uno se da cuenta que todo lo que surge ERES tú. Esto es amor; una conexión o fusión energética. Ambas verdades existen simultáneamente.

La forma es exactamente el vacío, el vacío es exactamente la forma.

Hay un dicho en el Zen: al principio del camino, las montañas son montañas y los ríos son ríos. Luego de alguna realización, las montañas camino, ya no son montañas, y los ríos ya no son ríos, pero cuando la verdad final es revelada, las montañas y los ríos SON. ¿Qué ha cambiado en este viaje? La montaña y el río siguen siendo como siempre han sido. Lo que ha desaparecido es tu idea de la montaña y el río. Lo que ha desaparecido es el torbellino de la mente que media, que crea la ilusión de separación entre tú y el mundo.

Realizar Samadhi no es alcanzar un estado extraordinario. Tampoco se trata de permanecer en el estado mental ordinario. Sólo la mente limitada o mente egoica discrimina lo ordinario y lo extraordinario.

Turiya el estado sin condición, a veces llamado el cuarto estado. Es la realidad no dual. Es trascendente e inminente internamente. Es la base de la existencia, la fuente de toda verdad. Tu esfuerzo por alcanzar algún estado es un movimiento de la mente. Realizar el fundamento de la existencia no es trascender lo físico y permanecer en el reino sutil o el reino causal. Todas estas dimensiones de ti mismo existen simultáneamente. Lo bruto, sutil y causal existen aquí y ahora. Es la propia mente limitada la que crea la división.

Realizar Samadhi no es intentar lograr algo. Es un abandono de todo interés en los pensamientos mientras permanecemos totalmente alerta, totalmente conscientes, totalmente despiertos, sin reaccionar, sin hacer; sin mover la mente sin suprimir la mente.

Ser consciente, estar plenamente atento a lo que sucede, sin la mediación del condicionamiento egoico, sin conceptos, sin controlar, manipular, o distorsión, sin el filtro de la mente limitada, es estar presente sin elegir. Presente sin elegir, y por lo tanto sin alguien que seleccione.

Podrías llamar a esto una mente espejo; una mente de principiante sin memoria ni pasado. Una mente abierta o transparente. Hace que cada momento sea nuevo.

Cada vez que la mente se mueve inconscientemente, incluso el más mínimo movimiento, se debe al filtrado a través del condicionamiento de la autoestructura limitada. Cada vez que la mente se mueve inconscientemente se debe a alguna insatisfacción, lo que se llama dukkha en las antiguas tradiciones. ¿Cómo puedo liberarme de dukkha? ¿Cómo puedo liberarme de toda insatisfacción? Escucha atentamente. Para la mente limitada hay una paradoja. La mente egoica limitada escucha la pregunta y quiere saber cómo hacerlo, pero esa mente limitada no puede hacerlo. La mente limitada siempre fallará en cualquier intento de realizar Samadhi Debe fracasar.

La mente limitada no despierta.
La conciencia primordial despierta de su identificación con la mente limitada.

La mente limitada siempre fracasará en cualquier intento de alcanzar la quietud, porque la mente es movimiento.

La mente misma ES movimiento, y este movimiento genera la experiencia del tiempo y el espacio, crea la separación. Es un proceso interminable de hacer.

En el Camino sin Sendero despertamos de identificarnos con el personaje que hace, para reconocer la dimensión del Ser.

En Samadhi la separación entre el hacer y el ser desaparece. La separación es simplemente otro proceso mental. Cuando no hay pensamiento dentro de la estructura egoica condicionada entonces no hay problema.

El Tú que crees ser es un proceso, un movimiento constante de pensamiento egoico; una colección de patrones y preferencias. Ese TÚ tiene que morir. El patrón patológico del TÚ tiene que terminar para que se realice Samadhi. Permite absorber esto.

Asatoma Sat Gamaya (sánscrito) “Guíame de la falsedad a la Verdad”. Tamaso Ma Jyotir Gamaya “Guíame de la oscuridad a la luz”.

Despertar es ver la naturaleza del sufrimiento humano, de la condición humana. Es el reconocimiento de QUIÉN o QUÉ sufre.

No hay ninguna técnica para realizar la conciencia primordial. Ningún proceso que pueda aprenderse. Ninguna fórmula que pueda practicarse.

Lo que quiero decir puede ser recibido en un instante, en un flash. Es precisamente el abandono de todas las fórmulas, todo el saber y todo el hacer, todas las agendas egoicas que crean las condiciones óptimas para que la conciencia primordial despierte.

Si trato de decirte cómo ser consciente entonces estarás prestando atención a mis palabras o haciendo algo que te he dicho, en lugar de ser consciente de lo que realmente está sucediendo en el ahora. Tienes que ser tan consciente de lo que ES, tan íntimo con la existencia que no hay preferencia, no hay un yo o un “yo” en ella. Habitas o fusionas conciencia en lo que está sucediendo. Cuando abandonas la actividad egoica, te conviertes en lo que está surgiendo. En realidad eso no es cierto. Más bien es la ilusión de separación la que desaparece. La verdad es que nunca estuvimos realmente separados.

Los maestros espirituales han dado la instrucción para alcanzar el Samadhi, “Quédate quieto y sabe”. Quédate quieto y conoce el verdadero Ser, la conciencia primordial más allá del nombre y la forma. Quédate quieto y conoce que eres Dios, el verdadero Ser, la naturaleza de Buda.

¿Qué quieren decir exactamente? ¿Qué es lo que se aquieta?

Obviamente, ningún cuerpo físico puede llegar a estar absolutamente quieto existiendo dentro del tiempo y el espacio, porque el espacio-tiempo en sí mismo es movimiento. El espacio-tiempo es la mente. El universo es una gran mente o logos. El primer principio hermético es que “El todo es mente, el universo es mental”. Si el universo es mente y la mente es movimiento, ¿cómo puedo estar quieto y saber? ¿Cómo se puede estar quieto en un globo que gira a mil millas por hora alrededor de su eje, girando a 67.000 millas por hora alrededor el sol, moviéndose a 500 000 millas por hora alrededor de la galaxia, y millones más a través del universo? Tu corazón late, las células se mueven en tu interior, digieres la comida, el cerebro produce ondas cerebrales. Tu sangre bombea, la energía se mueve. ¿Cómo podemos estar quietos? Cuando los maestros espirituales dicen “estate quieto y conoce” deben estar hablando de algo más, algo más allá del tiempo y el espacio, algo más allá de lo físico y lo mental.

Lo que se entiende por quietud es algo para lo que no tenemos ninguna palabra en nuestro sistema lingüístico moderno. La lengua sánscrita, la lengua de los yoguis, tiene términos más precisos que apuntan a lo no-dual. El término “shunyata” se traduce a menudo como vacío, quietud o vacuidad. La quietud es tal vez la palabra en Castellano más cercana, pero es inadecuada para describir algo que no pertenece a este mundo dualista. Lo que en realidad se realiza es la conciencia primordial que está más allá de la quietud y el movimiento. Más allá del tiempo. Es eterna, es el fundamento de tu ser, la naturaleza esencial de la realidad, la cual no cambia. En realidad está más allá del cambio y lo inmutable. Cuando realizamos nuestra verdadera naturaleza se hace evidente que el silencio y el ruido son una dualidad creada por la mente.

La quietud y el movimiento son una dualidad creada por la mente. Todo es ya inherente dentro de esa quietud primordial. El movimiento del mundo es idéntico a la la quietud. Estate quieto y sabe, estate en movimiento y sabe. Todo es vacío danzando. Esto no es algo filosófico, sino una forma diferente de interactuar con el mundo. En realidad se trata de desactivar la interfaz. Quitar la válvula reductora que es la autoestructura, y experimentar tu verdadera naturaleza sin mediación por la mente limitada. El llamado mundo exterior se trasciende al realizar la quietud, que cuando se realiza incluye todo aquello que trasciende.

Si crees que entiendes el Samadhi después de ver esta película entonces te has perdido lo que se dice. Sería como confundir el menú con la comida. Para saborear la verdad se necesita una verdadera voluntad para ver los patrones de la auto-estructura que percibes como ‘tú’. Requiere una profunda excavación, una cirugía profunda en la mente y la liberación de samskaras. Un profundo desmantelamiento, una profunda humildad de la estructura del yo. Para realizar el Samadhi uno se rinde al anhelo de unión del alma. Debes querer realizar la Fuente Única más que cualquier cosa en la matriz de la mente, más que cualquier cosa en el mundo externo. Las búsquedas externas parecerán huecas y sin sentido. La verdadera meditación, la verdadera auto-indagación, es entrar en el ahora donde todo se experimenta. Todo se revela. Todo surge y desaparece dentro de un campo de ecuanimidad y amor.

Hasta que se realice lo eterno uno debe trabajar con paciencia y perseverancia, de todo corazón, con humildad, quemando sus patrones, sus preferencias, sus condicionamientos. Uno no puede hacer que el despertar suceda utilizando la mente condicionada. Ocurre aparentemente por accidente, pero la práctica de presencia nos hace propensos a los accidentes.

Las últimas palabras de Sócrates antes de ser de ser ejecutado fueron una advertencia para el mundo. Dijo que teníamos una gran deuda con Asclepio. Págala y no lo olvides. Asclepio era el dios de la curación, y puede que estés familiarizado con el bastón de Asclepio que es una vara entrelazada con una serpiente. Representa la energía curativa; la energía interior que está viva, libre de condicionamientos, libre para moverse por su propia inteligencia, en oposición a la energía de la mente dualista. En los primeros siglos antes de Cristo el símbolo de Asclepio fue acuñado en algunas de las primeras monedas producidas en masa en la antigua Grecia y Roma, y se transformó en lo que hoy llamamos el signo del dólar. Es un recordatorio antiguo, escondido en plena vista. Un recordatorio de que un intercambio de dinero es un intercambio de energía. La conciencia crística o la naturaleza búdica está apoyada por el principio femenino, por la Gran Madre, por los Nagas, la Sabiduría de la Serpiente. Esta sabiduría nos enseña a purificar el templo interior, a purificarnos del ego. El principio femenino ha tenido innumerables nombres a lo largo de la historia: Gaia, Shakti, Sophia, Logos, Mahalakshmi, Parvati, Durga, Isis, María, la espiral de la vida. Esta energía viva de la mente superior es la inteligencia innata del universo. Esta sabiduría natural, ha sido sistemáticamente suprimida, demonizada, explotada y controlada a lo largo de los últimos milenios.

Para liberar la energía de las definiciones inconscientes que mantenemos, debemos desatar los nudos que generan identificación con la estructura del ego. Soltar el aferramiento a la la comodidad, abandonar el conocimiento.

Ahora mismo, en este momento de la historia, en este momento dentro de ti, la deuda de la que habla Sócrates, está venciendo tanto individual como colectivamente. Sólo hay una moneda con la que puedes pagar esta deuda. Debes pagar contigo mismo.

Cuando liberamos nuestra energía interior, nuestra vitalidad interior, de su prisión en estructuras de pensamiento patológicas se libera para conectarnos con niveles superiores de la mente. La energía es lo que nos conecta a todos. Otro nombre para esta energía es amor. Todos los verdaderos maestros espirituales dicen que el amor es la verdadera religión. El amor es la religión del futuro. No puede ser institucionalizado, sistematizado, o condicionado. El amor es inseparable de la realización de la única conciencia primordial.
Amar es ser UNO CON

La brisa del amanecer tiene secretos que contarte
No vuelvas a dormirte
Debes pedir lo que realmente quieres
No vuelvas a dormirte
La gente va y viene a través de el umbral donde los dos mundos se tocan.
La puerta es redonda y está abierta.

No vuelvas a dormir.